En este día seguiremos trabajando en nuestra mente, leamos juntos Romanos 12: 2: “No vivan ya según los criterios del tiempo presente; al contrario, cambien su manera de pensar para que así cambie su manera de vivir y lleguen a conocer la voluntad de Dios, es decir, lo que es bueno, lo que es grato, lo que es perfecto”.
Filipenses 4: 8 nos enseña lo siguiente: “Piensen en todo lo verdadero, en todo lo que es digno de respeto, en todo lo recto, en todo lo puro, en todo lo agradable, en todo lo que tiene buena fama. Piensen en toda clase de virtudes, en todo lo que merezca alabanza.”
La Biblia es clara y nos enseña qué pensamientos deben ocupar nuestra mente. Solamente lo verdadero, honesto, puro, justo y amable debe tener espacio en nosotros. Si pensamos en algo injusto seremos injustos, por el contrario, seremos honestos si nuestros pensamientos lo son.
En Proverbios 23:7 leemos: “Porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él”.
Este versículo nos confirma que somos lo que pensamos. Hablamos, sentimos y actuamos conforme nuestros pensamientos, y la suma de ellos es lo que todos perciben de nuestra persona.
Entonces podemos afirmar que: ¡Te conviertes en lo que piensas! No hay posibilidad de equivocarse.
¿Qué hacer para pensar bien?
Romanos 8:5 dice: “Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu”.
Los pensamientos tienen que ver con la presencia o ausencia del Espíritu. Entrégale tu cuerpo y mente al Señor para ser una persona que piensa y vive por Él y no por la carne.
Mateo 15:19-20 recuerda: “Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias que contaminan al hombre”.
La otra clave está en tomar conciencia de lo que habita en tu mente, además de comprender que junto a un mal pensamiento hay otro bueno. Ambos están puestos en ti y tienes la capacidad de controlarlos. Un asesinato puede detenerse porque nace en el corazón y mente de alguien. Antes de manifestarse puede ser atrapado y desechado. Recuerda que tanto los pensamientos buenos como los malos nacen en el mismo lugar. El consejo es no dejar salir los malos y liberar solamente los buenos.
Isaías 43:18 nos exhorta a despojarnos de pensamientos del pasado que probablemente se han vuelto ataduras a nuestras vidas hasta el día de hoy. Hay personas que no son libres hoy porque no perdonan; no disfrutan de su vida hoy porque viven atadas a recuerdos, sentimientos o pensamientos del pasado. Cuando reconocemos que Jesús llevó todos nuestros pecados en la cruz, nos perdonó y nos redimió con su sangre, comprendemos que ahora somos hijos de Dios, libres para perdonar y libres para no estar atados al pasado; entonces hemos encontrado nuestra nueva identidad, hemos iniciado una nueva vida en Cristo.
Comienza hoy mismo: Cuando tengas que tomar una decisión puedes hacer el siguiente ejercicio: expone tus pensamientos a Filipenses 4:8 y evalúate: “Piensen en todo lo verdadero, en todo lo que es digno de respeto, en todo lo recto, en todo lo puro, en todo lo agradable, en todo lo que tiene buena fama. Piensen en toda clase de virtudes, en todo lo que merezca alabanza.”
• ¿Es verdad lo que estoy pensando? ¿Quién lo dice?
• ¿Es digno de respeto?
• ¿Es recto? (en matemáticas, recta es una sucesión de puntos… en cuanto a la vida, una “vida recta” es una sucesión de hechos justos)
• ¿Es agradable lo que pienso? ¿Para quién?
• Si lo que pienso sale a la luz, ¿tendría buena fama?
• ¿Qué virtud hay en lo que estoy pensando?
• ¿Me alabarían (o sea, “hablarían bien de mi”) si supieran lo que pienso?
Si en alguna de estas preguntas la respuesta ha sido “NO”, entonces debes cambiar tus pensamientos…
Pra. Marina Feuershvenger