No saques los ojos de Jesús - Florencia Villoldo

DEVOCIONAL DE HOY - Lunes 24

La historia de Mateo 14:22 cuenta cuando Jesús caminó sobre el agua. Y dice la historia que: “Cuando los discípulos lo vieron caminar sobre el agua, quedaron aterrados. Llenos de miedo, clamaron: « ¡Es un fantasma!». Pero Jesús les habló de inmediato: —No tengan miedo —dijo—. ¡Tengan ánimo! ¡Yo estoy aquí! Entonces Pedro lo llamó: —Señor, si realmente eres tú, ordéname que vaya hacia ti caminando sobre el agua. —Sí, ven —dijo Jesús. Entonces Pedro se bajó por el costado de la barca y caminó sobre el agua hacia Jesús, pero cuando vio el fuerte viento y las olas, se aterrorizó y comenzó a hundirse. — ¡Sálvame, Señor! —gritó. De inmediato, Jesús extendió la mano y lo agarró. —Tienes tan poca fe —le dijo Jesús—. ¿Por qué dudaste de mí?”

Cuando leemos este pasaje notamos una serie de cosas que podemos aplicar a la vida diaria. Muchas veces Jesús nos envía a cruzar al otro lado, a poner un pie en el agua y avanzar hacia donde Él nos dirige, pero en medio del camino nos podemos encontrar con tormentas que querrán detenernos… pero, si Dios dijo que cruzaríamos, Él lo cumple.

En medio de la tormenta podemos confundir el obrar de Dios, tener la mirada perdida o enfocada en otra cosa, evitando que presenciemos un milagro. Jesús estaba caminando sobre el agua y los discípulos lo confundieron con un fantasma. Al enfocar la mirada en Dios, aun en su misericordia, Dios nos dice que es Él quien obra, pero solo lo hace con aquellos quienes tienen una intimidad con en Él. Estos son quienes se animan a ir un paso más allá. Pedro fue el único que se animó a ir más allá. Mientras Pedro miró a Jesús, caminó sobre el agua. Pero cuando perdió el foco, se distrajo, sus pensamientos no perseveraron en Dios y se dejó influenciar por el medio. Su mente natural tomó el control de su cuerpo y las leyes físicas hicieron el resto. Pedro se hundió. Jesús en su amor y misericordia lo salvo de la situación de muerte, pero así como lo ayudó, lo confrontó, demostrándole que no sólo era un hombre de poca fe sino que también dudó. Todo lo que ocurre en nuestras vidas sirve para bien, siempre y cuando amemos a Dios (Romanos 8.28).

Cuando nuestros pensamientos perseveran en Dios, nuestra mente se encuentra en completa paz y aun las leyes naturales pierden su efecto. El cuerpo es sanado, la economía es restituida, la familia es restaurada, los proyectos prosperan aun con todos los factores en contra. Dios nos lleva a las aguas, a donde humanamente nuestros pies pueden fallar. Pero es importante saber que si clamamos a Él, si fijamos nuestros ojos en Él y descansamos en su poder sabemos que caminaremos sobre el mar y seremos capaces de cruzar al otro lado. Aunque te equivoques y sientas que te hundas, Jesús en su amor te va a salvar, nunca lo olvides, pero también te enseñará una lección. Para estas situaciones es fundamental pensar en todo lo verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto tenemos que pensar. Utilízalo como filtro para tus pensamientos. Si ellos no coinciden con alguna característica, descártalo, no proviene de Dios, y para tener paz necesitamos que nuestra mente persevere en Dios. ¡Adelante! ¡Es cuestión de práctica!

Florencia Villoldo

DECLARACIÓN DE HOY:
“Hoy me vuelvo contra toda ley que me impide mi avance hacia la voluntad de mi Padre. Declaro que mi fe en Jesucristo sostendrá mi mirada firme en Él, y así mis pasos estarán seguros. Declaro que no hay nada que pueda impedir que Su voluntad se haga perfecta en mi”.

ACCIÓN DEL DÍA:
1) Entendiendo que Dios tiene un propósito para tu vida, y una dirección para darte, ora pidiendo al Señor claridad a la hora de decidir. 
2) Prepárate para que esta semana sea un semana de testimonio… Pregúntale al Señor en quien está obrando, y pídele que encamine tus pasos para un encuentro con esa persona.
3) Prepara con tiempo material evangelístico para compartir con la persona que Dios te mostrará.