Piedad + Contentamiento

Semana 11 - Día 7
“Y llamaron a aquel lugar Kibrot-Hataava, por cuanto allí sepultaron al pueblo codicioso”. Números 11: 34
“Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento.
Pero los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias… porque raíz de todo los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos se extraviaron de la fe y fueron atormentados con muchos dolores”. 1 Timoteo 6: 6 -11

La codicia nos extravía, la codicia nos sepulta. Pero ¡qué difícil se hace vivir en un sistema donde, la queja, la insatisfacción, la codicia y los deseos desordenados están a flor de piel!

Día a día vivimos anhelando “codornices”, pero la palabra nos enseña que, si las “codornices” no están en los planes de Dios para nosotros, solo nos llevan a estar lejos de la voluntad de Dios, acarreando para nuestra vida dolor y sufrimiento.

El contentamiento es un estado de ánimo en nuestras vidas totalmente independiente de las cosas externas. Sólo podemos ser felices con lo que tenemos en este tiempo, cuando estamos alineados a lo eterno de Dios. Debemos vivir con el orden establecido por Dios.

Este es un tiempo especial donde Dios anhela que podamos sepultar la codicia, y no que ella nos termine sepultarnos a nosotros. La palabra nos enseña a:

• Ser agradecido en todo (Cada circunstancia debe ser un motivo para agradecer y glorificar el nombre de Dios).

• Descansar en la provisión de Dios (Esto no significa que nos quedaremos con los brazos cruzados; trabajaremos, nos esforzaremos, pero sin perder de vista que todo -las fuerzas, los recursos- viene del Señor).

• Estemos satisfechos con lo que hoy tenemos (Dios anhela más para Sus hijos… Él quiere que Sus hijos prosperen… esa fue la palabra que le dio a Josué -Josué 1:8-, pero debemos esperar los tiempos de Dios y hacerlo según su palabra).

• Aprendamos a vivir por encima de las cosas (Esto nos enseña Pablo: “Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien es mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte”).

• Aprendamos a vivir del poder y provisión de Dios (Jesús dijo que nunca nos dejaría y nos desampararía. Que hermosa promesa, sabemos que estamos protegidos por nuestro Señor).

Salimos de este desierto, sepultando todo aquello que nos aleja de la presencia de Dios

Al terminar esta semana, oremos así: “Padre celestial… ¡¡No quiero que nada me aleje de Ti!! Ni siquiera aquello que tanto deseo… porque entiendo que, “lo que yo deseo” puede oponerse “a lo que deseas Tú”. ¡Líbrame de la codicia! Hoy me apego a Ti, a Tus planes, a Tus tiempos. Gracias por abrir mis ojos. En el nombre de Jesús. Amén”.

Daniel Schlereth