Esta semana comenzamos una nueva serie de devocionales.... Con ellos, intentaremos guiarte hacia una vida de productividad, donde el resultado que buscaremos es que coseches a tus amigos/familiares de alrededor para Cristo. Juntos nos ayudaremos el uno al otro para ganar "UNO MÁS PARA CRISTO"...
Texto del día:
Mateo 13:18-23 “Escuchen ahora la explicación de la parábola acerca del agricultor que salió a sembrar: Las semillas que cayeron en el camino representan a los que oyen el mensaje del reino y no lo entienden. Entonces viene el maligno y arrebata la semilla que fue sembrada en el corazón. Las semillas sobre la tierra rocosa representan a los que oyen el mensaje y de inmediato lo reciben con alegría; pero, como no tienen raíces profundas, no duran mucho. En cuanto tienen problemas o son perseguidos por creer la palabra de Dios, caen. Las semillas que cayeron entre los espinos representan a los que oyen la palabra de Dios, pero muy pronto el mensaje queda desplazado por las preocupaciones de esta vida y el atractivo de la riqueza, así que no se produce ningún fruto. Las semillas que cayeron en la buena tierra representan a los que de verdad oyen y entienden la palabra de Dios, ¡y producen una cosecha treinta, sesenta y hasta cien veces más numerosa de lo que se había sembrado!”
Enseñanza del día:
Cuando leemos esta parábola hay tres aspectos que sobresalen de ella, uno es el sembrador, el otro la semilla y el otro la tierra. Si analizamos cada uno, encontraremos grandes enseñanzas para nuestras vidas.
Primeramente, el sembrador es el Padre celestial (Jn.15); la semilla que fue sembrada es la vida de Cristo repartida en cada uno de nosotros… Él fue el pan de vida partido para que cada uno contuviéramos una parte de él; por eso solo Cristo tiene palabra de vida (Jn 6:68); y la tierra somos cada uno de nosotros.
Podemos llegar a pensar que el sembrador se equivocó al sembrar o fue descuidado, pero esto es imposible, porque Dios nunca se equivoca; podemos pensar que la semilla no era buena, pero la palabra nos enseña que Cristo venció hasta la muerte y prevaleció hasta el final; el poder de vida que es Cristo es el poder de la semilla que fue sembrada, y es capaz de prevalecer cualquiera sea el terreno. Si el Padre sembró una semilla en tierra con piedras, con espinas o junto al camino, son pues las circunstancias bajo las cuales Cristo llegó a nuestras vidas; entonces, el Padre sabe que el terreno no determina el fruto, por lo que tiene el derecho de buscar frutos en nuestras vidas, no por lo excelente de la tierra, sino por la extraordinaria calidad de la semilla sembrada.
Aun en un desierto, Cristo en ti puede generar flores, ríos y pasto verde. Las circunstancias no nos convierten en infructíferos. ¿Entonces que influyó en la tierra que fue buena? Se calificó como buena no porque las circunstancias le eran a favor sino porque logró dar frutos, y la clave estuvo en la capacidad de oír y entender (hacer práctica y útil) la palabra de vida. ¡Si nos abrimos a la palabra seremos como árbol plantado junto a corrientes de aguas, llevaremos fruto a tiempo y nuestra hoja no caerá!
Declaración de fe:
“Padre celestial, entiendo que Cristo me dio toda la capacidad de producir frutos, que fui insertado en una fuente de vida inagotable, y que cualquiera sea la circunstancia que esté viviendo, prevaleceré, fructificaré, estaré siempre verde. Nací para el éxito, para vencer, para multiplicarme, para honra y gloria de Jesucristo, mi Señor”.
Acción del día:
1.- Esta semana pídele dirección al Espíritu Santo acerca de cuales son las personas a tu alrededor que están listas para entrar al Reino de Dios; anótalas en un papel que tendrás siempre a mano, y ponle de título “Uno Más Para Cristo, y vamos, juntos, a comenzar un proceso de preparación para alcanzarlas. Haz una copia y entrégasela a tu líder, para que lo incluya en los motivos de oración de todo el Grupo que te contiene.
2.- Comprométete a ganarlas, y durante los próximos días mantente en oración por ellos; comparte las oraciones en tu Grupo de Crecimiento.
3.- Mantente atento sobre el mover del Espíritu sobre esas vidas por las que estás orando, y de toda carga de oración que el Espíritu Santo ponga en tu corazón.