“Saliendo de Mara, los israelitas llegaron a Elim, donde había doce fuentes de agua y setenta palmeras, y acamparon allí junto a las aguas” (Exodo 15:27).
Después del desierto de Mara Dios lleva a Su pueblo a Elim... guía a Su pueblo a un maravilloso oasis donde no solamente había agua fresca, sino también setenta hermosas palmeras... ¡Qué maravillosa provisión para el pueblo con el que Dios había hecho Pacto!
En esta oportunidad, la provisión de Dios consistía en ABUNDANCIA DE AGUA Y ALIMENTO EN MEDIO DEL DESIERTO. Pero, NO EN TODO LUGAR SE HALLA APROVISIONAMIENTO DIVINO PARA EL ALMA SINO SOLO DONDE DIOS LO HACE DISPONIBLE.
Debemos reconocer que, muchas veces, nosotros recurrimos a Dios en medio de la necesidad… Como al pueblo de Israel, nos falta agua, comida… otras veces recurrimos a Él porque nos falta paz, gozo, paciencia, sabiduría, salud. Muchas veces la búsqueda de Dios se torna desesperada, y hasta con gritos al cielo intentando que Dios nos oiga… Pero pocas veces reconocemos que nuestra búsqueda es en un lugar equivocado… Nuestra espera es limitada… Solo queremos que Dios responda de una manera: “la que se me ocurrió a mi…”
El Salmista decía: “COMO EL CIERVO BRAMA POR LAS CORRIENTES DE LAS AGUAS, ASI CLAMA POR TI OH DIOS EL ALMA MIA.... MI ALMA TIENE SED DE DIOS, DEL DIOS VIVO” (SALMO 42 .1-2). Su escrito es claro… dice: “mi alma tiene sed”, por lo tanto busca “por las corrientes de las aguas”. La búsqueda no puede ser por cualquier lugar… la búsqueda no es donde se me ocurre a mi…
¿TENEMOS SED DE DIOS? Si la respuesta es “SI”, entonces viene la próxima pregunta: “¿ESTAMOS ACAMPANDO JUNTO A SUS AGUAS?” ¿O estamos buscando saciar nuestra sed en lugares donde no hay agua viva, donde solo hay agua que no sacia (quizá como las aguas amargas de Mara, que vimos la semana pasada)?
Probablemente hoy sientas que te estás deshidratando, y has pensado que eso sucede porque Dios no te escucha… Hoy quiero llamarte a la reflexión y que te preguntes: “¿estoy buscando en el lugar adecuado?” Muchas veces no se trata de que Dios no oiga… muchas veces Él también grita desde la otra punta diciéndote: “¡¡es por aquí!!”, pero insistimos en obtener respuesta según nuestro pensamiento, según nuestro consejo, según el consejo de “la mayoría”…
Dice el Salmo 1: “Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los malvados, ni se detiene en la senda de los pecadores, ni cultiva amistad con blasfemos, sino que en la ley del Señor se deleita… y día y noche medita en ella. Es como árbol plantado a la orilla de un río que, cuando llega su tiempo, da fruto y sus hojas jamás se marchitan. Todo cuanto hace prospera…”
No sigas el consejo de la mayoría… no sigas tu propio consejo (tu corazón es engañoso, más que todas las cosas, como el mío… como el de todo ser humano).
Recuerda: No es en cualquier lugar… la provisión de Dios está, es segura, es para todos, pero debemos buscar en el lugar correcto.
Tómate unos minutos hoy para enfocarte en Dios, en el Dios verdadero… Al orar di: “Padre celestial, hoy pongo mis ojos en Ti. Los desvío de cualquier otra cosa que, según mi pensamiento, podría darme respuesta. Rechazo la respuesta de cualquiera que no haya salido de Tu corazón. Tu corazón es bueno para conmigo, y deseas lo mejor para mi. Por eso, en Ti me refugio, en Ti busco, a Ti escucho. En el nombre de Jesucristo. Amén!”
Rut Sorhochar