Éxodo 14:3: “Faraón dirá de los hijos de Israel: Encerrados están en la tierra, el desierto los ha encerrado.”
Al notar que el pueblo se volvía atrás por esa orden sorprendente de Dios, Faraón pensó que eran una presa fácil, para capturarlos y hacerlos volver a la esclavitud.
En verdad el pueblo estaba temeroso, se sentían como encerrados, sin salida (¿Cuántas veces nos hemos sentido así?)
Pi-hahirot es el nombre de un lugar por donde ya habían pasado, y que el autor sagrado describe ubicado entre Migdol y el mar hacia Baal-zefón. Para entender sus temores debemos saber que el término hebreo Migdol quiere decir “torre” o “fortaleza”, y esto bien podría ser una fortaleza militar, o quizás toda una ciudad fortificada, que es señalada en Ezequiel 29:10 y 30:6 como el extremo Norte de Egipto. Y nos dice también “cerca de Baal-Zefón”… el significado de este nombre es “Señor del norte” y es idéntico al de un dios cananeo adorado en Egipto, y esto señala sin duda que ese era el centro de su culto, establecido en ese lugar para reforzar la defensa de la región.
Todo esto era más que suficiente para llenar de terror al pueblo. Por el otro lado se enfrentaban al mar, sin tener ni siquiera la más remota posibilidad de embarcar a esa enorme multitud de hombres con sus mujeres, sus niños, sus haciendas. En verdad estaban encerrados, y si en algún momento se creyeron autosuficientes, ahora se reconocían incapaces e impotentes.
Pero como también lo hemos aprendido nosotros, Dios siempre tiene una salida. Él tiene la llave, aunque sea una vara… y con la vara de Moisés abrió el Mar Rojo, y pasaron por un camino nuevo.
Si piensas que estás encerrado, oprimido, esclavizado, si estás atado a pecados ocultos, si estás enfermo, si te sientes agobiado por problemas materiales, sentimentales, familiares, si estas esclavo, de tu falta de perdón, de celos, de envidias, de rencor, de temor, y cuantas otras cosas, alza tu mirada y cree que con la vara de la cruz de Cristo, Dios te puede abrir hoy un camino nuevo de libertad, de esperanza de vida plena.
Hay un camino, hay una salida, entra en ese camino por fe, entra “por sus puertas con alabanza”.
Pastor Lorenzo N. Klink