En ocasiones pensamos que nos enfrentamos a una guerra muy desigual, el enemigo nos parece tremendo, y en verdad lo es. Satanás puede desatar contra nosotros un ejército de demonios, y en verdad lo hace. Así lo afirma el apóstol Pablo en Efesios 6:12. “Porque no tenemos lucha contra carne y sangre, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas, contra huestes espirituales de maldad.”
Israel vivió esta experiencia… el ejército de Faraón era enorme. Nos dice el relato bíblico que el rey de Egipto “unció su carro, y tomó consigo su pueblo, y tomo seiscientos carros escogidos y todos los carros de Egipto y los capitanes sobre ellos.”
Cuando el pueblo, temeroso, y con razón (porque salían de la esclavitud… estaban indefensos, con sus mujeres y sus niños) comenzó a lamentarse y a quejarse, Moisés dijo al pueblo: “No teman, estén firmes y vean la salvación que Jehová hará con ustedes, ……….Jehová peleará por ustedes y ustedes estarán tranquilos” (Éxodo 14:13,14).
En verdad, esta es una preciosa promesa, pero cuando nos enfrentamos a las luchas personales, no nos resulta fácil “estar tranquilos”. Si el médico nos anticipa que tenemos una enfermedad grave, si perdemos el empleo, si los negocios no marchan bien, si tenemos problemas con nuestros hijos adolescentes, si en la iglesia no nos dan el lugar que creemos merecer, es posible que perdamos la tranquilidad, y, porque no decirlo, parece que hasta perdemos la fe en las promesas de Dios.
Jesús nos dijo “en el mundo tendrán aflicción, pero confíen yo he vencido al mundo”.
El salmista expresaba su confianza en Dios diciéndonos: “Jehová es mi luz y mi salvación¸ ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme?” (Sal. 27:1).
Frente a las pruebas que enfrentamos a diario, podemos sentirnos cansados y perder el ánimo… todos hemos experimentado esto en diversas oportunidades…
Por eso hoy quiero dejarte el desafío del autor de Hebreos en el cap. 12 vs. 3 y 4: “puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, se sentó a la diestra de Dios. Consideren a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que su ánimo no se canse hasta desmayar.”
El desafío de hoy es “no te canses”. Toma la bendición de declarar con firme convicción junto al apóstol Pablo: “Tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse” (Rom. 8:18). O, dicho de otra manera (y como decíamos en la reunión de anoche), “lo mejor ¡¡está por venir!!”.
Antes de terminar, declara una vez más: “Jehová es mi luz y mi salvación¸ ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme?” Si te parece, pega este versículo en tu “muro de facebook”, y proclama a todo “el que pase por ahí” Quien es tu refugio.
Pastor Lorenzo N, Klink