Esta semana, y siguiendo nuestros devocionales basados en los desiertos que tuvo que atravesar el pueblo de Israel, estaremos pensando en el desierto de PIHAHIROT. Este fue un desierto que, seguramente, sorprendió al pueblo ya que ellos ya habían pasado por ahí... pero, sorpresivamente, Dios los hizo volver a ese lugar.
El Pueblo de Israel fue sorprendido porque pensando ellos que estaban en plena libertad, y que no necesitarían de ese Dios maravilloso que los había sorprendido con milagros poderosos en Egipto, ahora podían marchar sin necesidad de una guía espiritual, se consideraron “Autosuficientes”.
Dios los sorprende en ETAM (el desierto anterior), y les da una orden que los confunde,
Seguramente se habrán preguntado "¿Por qué?" “Señor, queremos ir hacia la libertad, queremos alejarnos de Faraón”. Por cierto ellos no conocían las palabras que, muchos años después, Dios le diera al profeta Isaías: “Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos……” Y el sabio Salomón en el libro de Los Proverbios les diría “Hay caminos que al hombre le parecen derechos, pero su fin es camino de muerte”. Los confunde, su intención es ir hacia su libertad, y la orden es volver atrás. El volver atrás era enfrentarse con el ejército de Faraón. “Fue dado aviso al Faraón que el pueblo huía” (vs.5).
Faraón que mantenía esclavizado a Israel no quería dejarlos salir en libertad, de la misma manera en que el enemigo de nuestras almas, Satanás, se empeña en impedirnos a que nosotros alcancemos la libertad que Cristo quiere darnos. Así mientras Faraón acaricia sus proyectos malvados y vengativos, Dios guía a su pueblo a la libertad y los lleva a Pi-hahirot, que significa “puerta de la libertad”,
El conocimiento de la voluntad de Dios para nuestra vida es el único camino que podemos andar para que el enemigo no tenga la victoria.
No somos “autosuficientes”; somos dependientes de un Dios grande y maravilloso, que nos lleva siempre de “triunfo en triunfo.”
Pedí hoy, en este día, su dirección y al terminar el mismo, podrás (como decimos en el lenguaje popular): “cantar victoria”
Pastor Lorenzo N. Klink