UN OASIS EN TU DESIERTO.

Semana 5 – Día 2: 
Números 33:9 dice que “Partieron de Mara con dirección a Elim, donde había doce fuentes de agua y setenta palmeras, y acamparon allí”.
Me imagino la sensación de estar caminando por un desierto, luego de 3 días sin agua para beber, y de pronto ver un oasis a lo lejos (¡y que no sea un espejismo!). Me hace pensar en el Salmo 126, que dice: “Cuando Jehová hiciere volver la cautividad de Sion, seremos como los que sueñan. Entonces nuestra boca se llenará de risa, Y nuestra lengua de alabanza; Entonces dirán entre las naciones: Grandes cosas ha hecho Jehová con éstos. Grandes cosas ha hecho Jehová con nosotros; Estaremos alegres”.
Dios ha determinado que delante nuestro haya un oasis. Dios ha determinado que este sea el tiempo en que nuestra boca se llene de risa y nuestros labios de alabanza. Dios ha determinado que en este tiempo podamos acceder a ese lugar de bendición, de reposo, donde las necesidades son satisfechas, y donde podemos descansar de nuestros enemigos, y retomar fuerzas. Pero es un tiempo al que se accede con fe… nuestros ojos de la fe deben ser activados para “ver” lo que Dios ha preparado delante nuestro.
En Mateo 11:28 Jesús dijo: “Vengan a mi todos los que están trabajados y cargados, y yo los haré descansar” La gran pregunta es: ¿Puedes creer en Su promesa? ¿Has aprendido a descansar en Él?
Tomate unos minutos más para leer el Salmo 23… hazlo lento… y permite que cada palabra escrita allí (inspirada por Dios mismo) te aliente, despierte tu fe, abra tus ojos espirituales para ver el oasis que Dios preparó delante de ti…
“El SEÑOR es mi pastor; tengo todo lo que necesito. En verdes prados me deja descansar; me conduce junto a arroyos tranquilos. Él renueva mis fuerzas. Me guía por sendas correctas, y así da honra a su nombre. Aun cuando yo pase por el valle más oscuro, no temeré, porque tú estás a mi lado. Tu vara y tu cayado me protegen y me confortan. Me preparas un banquete en presencia de mis enemigos. Me honras ungiendo mi cabeza con aceite. Mi copa se desborda de bendiciones.
Ciertamente tu bondad y tu amor inagotable me seguirán todos los días de mi vida, y en la casa del SEÑOR viviré por siempre.”
Antes de terminar, ora al Señor y di: “Padre mío, creo en Tu Palabra. Se que solo de Ti viene mi descanso y mi renuevo. Ahora activo mis ojos del espíritu para que vean la provisión de Dios que ha sido puesto delante de mi para este día. ¡Gracias, Padre! En el nombre de Jesús. Amén”.
Si te parece, copia el salmo 23 y pégalo en tu muro como testimonio de tu fe.

Rut Sorhochar