Job 23:2-6: “Mi queja sigue siendo amarga; gimo bajo el peso de su mano. ¡Ah! ¡Si supiera yo donde encontrar a Dios! ¡Si pudiera llegar a donde el habita! Ante él expondría mi caso; llenaría mi boca de argumentos; podría conocer su respuesta, y trataría de entenderla. ¿Disputaría él conmigo, con todo su poder? ¡Claro que no! ¡Ni me acusaría!”
Job podía sentir el sabor de la queja, dijo que era amarga. Seguramente estaba hundido en las arenas de Mara. Pero aún en esa amargura él declara que Dios lo escucharía y ni lo acusaría.
Toda queja nos sabe a amargura.
Jeremías también sentía la hiel en su queja. En Lamentaciones 3:15 dice “me ha llenado de amargura, me ha saturado de hiel”.
Salmo 73:21-22 dice: “se me afligía el corazón y se me amargaba el ánimo. Por mi necedad e ignorancia ¡me porté contigo como una bestia! Pero yo siempre estoy contigo, pues tu me sostienes de la mano derecha, me guías con tu consejo, y más tarde me acogerás en gloria.”
Lee pausadamente cada uno de estos pasajes y medita. . . ¿estás realmente como ellos? Quejosos, desesperados. .
¿Cuál es tu queja? ¿Disconformidad, resentimiento, codicia?, ¿piensas por qué me sucede esto a mí? ¿Será que Dios está equivocado?
¿Estás en un desierto? Corre la arena de tus ojos y mira. . . . Aún en ese lugar donde estás, brilla la luna intensamente, las estrellas titilan al ritmo de tu corazón.
En los desiertos hay silencio, hay soledad, no hay luces de edificios ni de autos, ni señal de celular. No hay nada que pueda opacar las luces del cielo. Todo es más grande, más intenso. El cielo es una bella inmensidad.
Todo depende de tu mirada. Si te ves como víctima, seguirás tirado y te secarás. Puede haber un manantial frente a tus ojos y no lo podrás ver.
Pero si empiezas a disfrutar, a entender el por qué Dios te ha puesto en este lugar, comenzarás a ver las cosas con esperanza, y, aunque el camino se haga pesado, avanzarás con un objetivo.
Tanto Lamentaciones, Job, Jeremías, y también en el Salmo, cada uno de sus autores reconocieron que Dios estaba ahí para escucharlos, para atenderlos.
A veces tus quejas hablan tan fuerte que no te permiten escuchar la voz de tu Dios. . . .
A veces las amarguras empañan tanto tus ojos que no te dejan ver Sus obras. . . .
Si quieres gritar, grita. Si quieres llorar, llora. Descarga tus quejas delante de Dios y espera confiado. Saca la hiel de tus huesos y de tu alma. Que el sabor amargo se transforme en la miel porque Dios te endulza con Su perdón.
Piensa… ¿Será que Dios te ha puesto allí porque quiere que estés más cerca de Él… porque quiere que lo busques, que no te distraigas?
¡Qué privilegio!. . . ¡que el Dios creador omnipotente nos busque para pasar tiempo con nosotros!
El salmo 71:14-16 dice “pero yo siempre tendré esperanza, y más y más te alabaré. Todo el día proclamará mi boca tu justicia y tu salvación, aunque es algo que no alcanzo a descifrar. Soberano Señor, relataré tus obras poderosas, y haré memoria de tu justicia.”
“Soberano Señor, relataré tus obras poderosas, y haré memoria de tu justicia.”
Lili Bravo