ACTIVANDO EL PODER DE LA CONSOLACIÓN

SEMANA 4 - DIA 26 
Texto del día:
2 Corintios 1:3-11 “Alabado sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre misericordioso y Dios de toda consolación, quien nos consuela en todas nuestras tribulaciones para que con el mismo consuelo que de Dios hemos recibido, también nosotros podamos consolar a todos los que sufren. Pues así como participamos abundantemente en los sufrimientos de Cristo, así también por medio de él tenemos abundante consuelo. Si sufrimos, es para que ustedes tengan consuelo y salvación; y si somos consolados, es para que ustedes tengan el consuelo que los ayude a soportar con paciencia los mismos sufrimientos que nosotros padecemos. Firme es la esperanza que tenemos en cuanto a ustedes, porque sabemos que así como participan de nuestros sufrimientos, así también participan de nuestro consuelo. 
Hermanos, no queremos que desconozcan las aflicciones que sufrimos en la provincia de Asia. Estábamos tan agobiados bajo tanta presión, que hasta perdimos la esperanza de salir con vida: nos sentíamos como sentenciados a muerte. Pero eso sucedió para que no confiáramos en nosotros mismos sino en Dios, que resucita a los muertos. Él nos libró y nos librará de tal peligro de muerte. En él tenemos puesta nuestra esperanza, y él seguirá librándonos. Mientras tanto, ustedes nos ayudan orando por nosotros. Así muchos darán gracias a Dios por nosotros a causa del don que se nos ha concedido en respuesta a tantas oraciones”.

Enseñanza del día:
La palabra consolación viene del griego “parakaléos”, que significa “estar cerca”, “próximo”, o “al lado para animar, confortar, alentar, rogar, exhortar, exigir”. La consolación es enviada por Dios en medio de las tribulaciones, y viene con provisión y fortaleza directamente del Padre (vs.3); pero la otra cara de la consolación es que ella te prepara y te hace un agente consolador para otros.

Claves para ser un consolador:
1) Se necesita que el consolador tenga un corazón ya tratado por Dios, es decir un corazón sensible, obediente, de fe, limpio, compasivo, que pueda llevar el amor y la gracia de Dios a las vidas.

2) No se puede consolar a otros si no se ha vivido el sacudimiento de toda confianza humana (vs. 4-5); todas las circunstancias que hemos atravesado nos han preparado un depósito de fortaleza para otros.

3) La fe de un consolador fue robustecida por las aflicciones; aunque pudo haber vivido asaltos de duda, la fe lo lanzó a un nuevo nivel bajo la fuerte presión; por eso, el consolador puede entender la debilidad y la fragilidad humana, pero no negar el poder de Dios, por la fe.

4) Todo consolador valora y reconoce el valor de la intercesión como cuerpo; unos por otros, porque pasó por tribulaciones y pudo recibir el suministro del consuelo de otros en oración.

Este es un tiempo de gran cosecha de almas; hoy podemos decir que todo lo vivido (circunstancias, presiones internas y externas, aflicciones, persecuciones y tribulaciones), no nos destruyeron, sino que nos fortalecieron para este tiempo glorioso, donde podremos consolar a miles con el mismo consuelo recibido del Padre.

Hoy conocemos un Padre Celestial de amor, que estuvo con nosotros en momentos difíciles, y podemos orar, estar cerca, alentar y animar a aquellos que pueden estar viviendo momentos adversos. Gracias a Dios por su consuelo y cuidado constante.

Declaración de fe:
“Declaro que soy un agente consolador para miles; que estoy listo para animar, cuidar, alentar a todas las personas que Dios traerá a mi lado; en mi vida fluyen los dones que permitirán que muchos sean consolados con el verdadero amor del Padre; percibo sus cargas, y los ayudo en sus aflicciones, y el perfecto amor de Dios los sanará, liberará, restaurará y levantará. Gracias Dios por usarme en este tiempo como un consolador para otros”.

Acción del día:
1.- Hoy usarás el poder de la consolación para ayudar, animar y levantar a otros; busca amigos, familiares o personas que estén viviendo momentos difíciles; primeramente ora al Padre sobre sus vida y situación, pídele dirección a Dios y una palabra para ellos; llámalos y exprésales la voluntad de Dios para sus vidas, lo que el Espíritu Santo te ha mostrado; y hazles un llamado de amor y gracia a Su presencia sanadora y restauradora. Dios se manifestará y el poder consolador fluirá.

2.- Hazles seguimiento, visitas, e invítalos a tu grupo de crecimiento.