EL PODER DE LA SEMILLA

SEMANA 4 - DIA 21 
Textos del día:
2 Corintios 9:10 “El que le suple semilla al que siembra también le suplirá pan para que coma, aumentará los cultivos y hará que ustedes produzcan una abundante cosecha de justicia.”
2 Corintios 8:6-7 “De modo que rogamos a Tito que llevara a feliz término esta obra de gracia entre ustedes, puesto que ya la había comenzado. Pero ustedes, así como sobresalen en todo—en fe, en palabras, en conocimiento, en dedicación y en su amor hacia nosotros—, procuren también sobresalir en esta gracia de dar.”

Enseñanza del día:
Semilla puede ser todo lo que recibimos en nuestras manos: hijos, auto, casa, trabajo, tu vida, familia, sueños, porque todo lo sembrado produce fruto.

La palabra enseña que hay semillas para el deleite (Eclesiastés l5:19 dice: “a todo hombre a quien Dios le da bienes y riquezas, le da facultad para que coma de ellas, tome su parte y goce de su trabajo. Esto es don de Dios.”), y también hay semillas que deben ser sembradas. Es responsabilidad nuestra saber cuál es la semilla para disfrutar, y cuál la que debe ser sembrada; además, debemos conocer el momento y el lugar de la siembra (Proverbios 11:24 dice: “Hay quienes reparten y le es añadido más, y hay quienes retienen más de lo justo y acaban en la miseria”). Por eso lo que debe ser para sembrar no debe ser retenido en nuestras manos, sino se corre el riesgo de que la semilla se pudra y se pierda la cosecha.

Claves para sembrar: 
1) Se siembra con entendimiento y por buena voluntad; porque se sabe que el potencial escondido en la semilla debe ser liberado. Toda siembra es una acción sabia porque generará la multiplicación de la semilla. Jesús fue sembrado por la voluntad y con el entendimiento del Padre, porque de un solo hijo cosecharía multitudes de hijos. Por eso, el que siembra debe hacerlo considerando el fruto a recibir y no la semilla que va a plantar; de esta forma la semilla toma la justa dimensión de su función.

2) Debemos discernir el tiempo de la siembra… esto tiene que ver con el arte de sembrar. Un buen sembrador sabe que siempre hay que estar sembrando para darle continuidad a su cosecha; y que aún de la cosecha recogida debe apartar las mejores semillas para volverlas a sembrar, para mantener y mejorar la calidad de sus cosechas. La palabra nos enseña sobre el tiempo y la habilidad de sembrar en Eclesiastés 11:1-6 “Echa tu pan sobre las aguas; después de muchos días lo hallarás…el que al viento observa, no sembrará, y el que a las nubes mira no segará…Por la mañana siembra tu semilla, y a la tarde no dejes reposar tus manos; pues no sabes que es mejor, si esto o aquello, o si lo uno o lo otro es igualmente bueno”.

3) De acuerdo a la calidad y cantidad de la siembra será la cosecha. 2 Corintios 9:6 dice: “El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente segará”. Esto es un principio de multiplicación matemático, todo lo demás depende del desafío que el sembrador haga en el momento de sembrar, y lo que espere recibir.

Por último, toda la vida tiene que ver con siembra; nos sembramos en otros llamados “hijos”, “familia”, “discípulos”; sembramos amor y alegría, sonrisa y gozo; sembramos tiempo, conocimiento, consejos, momentos de disfrute; pero no debemos olvidar sembrar por las generaciones venideras, hacer un depósito espiritual y físico que prepare un camino de abundante revelación, autoridad y poder. La siembra debe ser un estilo de vida en nosotros, porque somos producto de una semilla de resurrección llamada Cristo; y como semillas que somos, nuestro propósito es volver a ser sembrados.

Declaración de fe:
“Todo lo que tengo en mis manos son semillas para sembrar; éste es tiempo de cosecha… pero también es tiempo de volver a sembrar; soy un sabio sembrador, discierno el momento y veo la gran cosecha que me espera; por eso, no dejo de sembrar, siembro abundantemente por mis generaciones, por el crecimiento de mi grupo espiritual y afectivo, por la resurrección de todo lo que estuvo muerto (familias, sueños, oportunidades, relaciones, - puedes agregar otras cosas aquí que consideras que estuvieron muertas, y a causa de tu siembra ahora resucitan -) y disfruto la gran cosecha que levantaré.”

Acción del día:
1.- Toma una hoja, y divídela en 3 columnas. Una tendrá como título: “cosecha personal”; la otra “cosecha espiritual”; y la tercera “cosecha de relaciones”…

a) ¿Cómo has estado sembrando para tu “cosecha personal”? Es decir, lo que te gustaría tener en la vida, ¿lo sembraste primero en esfuerzo, inversión, etc.?
b) ¿Cómo has estado sembrando para tu “cosecha espiritual”? ¿Has invertido tiempo de búsqueda de Dios, de ayuno, de intercesión, de estudio bíblico, para que hoy puedas cosechar dones, ministerios, etc., etc.?
c) ¿Cómo has estado sembrando para tu “cosecha de relaciones”? Si hoy quisieras predicarle a un vecino, ¿has sembrado en “buenos tratos” para que hoy él te dedique tiempo para escuchar hablar de Cristo? Recuerda: tu vida es la semilla que debe ser sembrada para cosechar gente.

2.- Después de esta evaluación, considera que deberías corregir, y anótalo en cada columna. Proponte no retener la semilla de la Palabra que hay en ti, para no retrasar la cosecha.

3.- Levanta una oración comprometida (dedica hoy un buen rato a orar) por las vidas que ganarás, y adelántate al momento de tu cosecha decretando que las expectativas serán rebasadas ese día.