Nuestro énfasis esta semana está puesto en buscar ser llenos del Espíritu Santo. Venimos diciendo los días anteriores que, quien no vive lleno del Espíritu Santo, es solamente la “forma” de lo que debiera ser… pero está hueco por dentro… y, por ende, vive sin propósito, sin poder, sin plenitud…
Hoy queremos agregar que el Espíritu Santo viene para revelarnos que Cristo no nos dejó huérfanos. En Juan 14:18, Jesús dijo: “No los voy a dejar huérfanos; volveré a ustedes”.
Una frase como esa, a nosotros nos suena simplemente como una “frase hecha”, como un ejemplo de una realidad… Pero, para un judío que escuchaba esto (y el público de Jesús era judío) era muy significativo, porque los huérfanos y las viudas en la cultura judía eran considerados los más débiles de la sociedad (Exo. 22:22; Deut.10:18).
Esa era una cultura donde la unidad social básica era liderada por el padre. Entonces, los que carecían de padres eran inadaptados sociales, sin alguien que proveyera para sus necesidades materiales.
Los huérfanos, con frecuencia, se veían forjados a mendigar comida (Sal. 109:10)… Perdían las casas (Salmo 109:10), y el derecho a la tierra y el ganado (Prov. 23:10; Job 24:3). Estaban expuestos a actos de violencia (Job 22:9); se los trataba como propiedad sobre la cual echar suerte, e incluso eran asesinados (Salmos 94:6).
En el antiguo testamento, a los huérfanos se les consideraba gente que carecía de defensores ante el tribunal.
Esta es la razón por la que Jesús les dijo: “yo no los dejaré huérfanos… enviaré al Espíritu Santo”, ‘que será su defensa, que les revelará que ustedes no deben mendigar pan, ni creer que no tienen herencia, que ustedes no son una mercadería barata; la realidad es que son hijos del Altísimo y testimonio de mi amor y poder’ (Juan14:12; Lucas 24:49; Hechos 1:8).
Entonces, en nuestro contexto semanal de búsqueda de la llenura del Espíritu, el no ser llenos del Espíritu Santo es permitir que nos tome un espíritu de orfandad, y el diablo se crea con el derecho de levantar sobre nosotros una paternidad de opresión.
Cuando no estamos llenos del Espíritu Santo, por el espíritu de orfandad nos creemos que somos herederos de nada, aunque Dios diga que somos herederos de todo.
Siguiendo la línea de los devocionales anteriores: este espíritu de orfandad nos lleva a ser “forma sin poder”. Un ejemplo bien claro lo tenemos en la historia del hermano mayor del hijo pródigo (Lee Lucas 15:11-32).
Declaración de hoy:
“Hoy declaro que no soy huérfano… que no estoy solo… tengo Padre, y mi Padre es el Dios creador del universo. Él no me ha perdido de vista nunca, y en éste mismo instante tiene Sus ojos depositados sobre mí para conducirme a un futuro lleno de plenitud… lleno de poder… en el cual Él se glorificará a través de mí. Renuncio a toda queja, a toda palabra condenatoria que me hizo sentir solo hasta este momento. Hoy pongo en mi boca una palabra que expresa la seguridad de que Jesucristo nunca me abandona. Él dijo: ‘yo estaré con ustedes hasta el fin del mundo’, y yo lo creo…”
Acción del día:
1) No dejes de clamar por la llenura del Espíritu Santo (ese es el énfasis de esta semana).
2) Realiza un llamado, o manda un mensaje a alguien que se sienta solo, diciéndole: “hoy me di cuenta que es estupendo sentirse acompañado siempre. Cada día siento la compañía de Dios conmigo. Y quise decirte que cuentes conmigo… que te sientas acompañado por mí en cualquier situación que estés viviendo”.
3) Mantente orando por esa persona hoy, y mañana… y agéndate volver a llamarlo el fin de semana para invitarlo a la reunión de la Iglesia, o de tu Grupo de Crecimiento.