Los pies arrastran, las piernas se cansan, los labios están secos y partidos por el sol. La piel está seca y en el horizonte… más arena, más desierto. ¡Cómo cuesta seguir caminando! El paisaje sigue igual, algún médano se mueve pero el resto es igual. La presión agobia. El hambre de paz y la sed de justicia crecen. El cuerpo está cansado. No hay rastros de las canastas de pan, ni de las jarras de leche y miel. Parece que levantamos vuelo, crece la esperanza y se enciende como un pequeño fuego. Pero un viento arrasa contra esa chispa y nos envuelve completamente. El DESANIMO nos ataca nuevamente. En esta situación sentimos que enfermamos y desfallecemos.
Con todo este panorama me pregunté: “¿Qué es lo que nos enferma?” REPRIMIR EMOCIONES por temor a la respuesta del otro; RENUNCIAR A SUEÑOS a causa de las malas decisiones que hemos tomado y hoy nos frenan; ASUMIR CARGAS AJENAS por temor a no ser aceptados o, peor aún, a sentir el rechazo del descarte; VIVIR SIN PASIÓN por el recuerdo de malas experiencias; CULPARNOS del pasado o, más terrible todavía, no perdonarnos; GUARDAR SENTIMIENTOS NEGATIVOS; APEGO, LIGADURAS ALMÁTICAS que representan un lastre que no nos dejan avanzar.
¿Por qué enfermamos? No podemos descansar en paz, las noches son eternas, la falta de descanso genera tensión y están bajas nuestras defensas. No tenemos como defendernos y, enfermamos. La enfermedad genera ¡más desánimo! El desánimo, una percepción lastimosa que es como un virus, que tenemos que erradicar antes de seguir avanzando.
El Salmo 23:1-2 dice: “JEHOVÁ es mi pastor; NADA me faltará. En lugares de DELICADOS PASTOS me hará descansar”. Dios es el Pastor, el actor de la provisión. Como ovejas, nuestra tarea consiste en confiar en Él, en seguir su voz. Dios mismo es el encargado de nuestro descanso. Es necesario estar en quietud y en reposo (aunque nos cueste) para poder sentir a Dios, sentir como renueva nuestras fuerzas para tener claridad y dar buen fruto. Dios está interesado en sanarnos pero es NECESARIO que (como solemos decir) “bajemos un cambio”.
“En lugares de DELICADOS PASTOS me hará descansar”. Dios alivia nuestras cargas, trae reposo a nuestra alma, no rechaza al corazón agobiado. Es Dios quién nos conduce a DELICADOS pastos. Delicado significa suave, fino, elegante pero fácil de romper. Imagino la mano delicada del Buen Pastor preparando el terreno, quitando las malezas, sembrando y replantando semillas, regando, espantando toda bestia que nos acecha y arruinan todo. En fin… preparando un lugar para nuestro descanso. Esto mismo podemos aplicarlo en nuestras vidas:
-PREPARANDO EL TERRENO: nosotros somos tierra. Dejémonos trabajar. Permitámosle a Dios que nos limpie a través de la oración, entregando nuestras cargas, llevando cautivo TODO pensamiento a la obediencia de cristo.
-QUITANDO LAS MALEZAS: dejemos que Dios consuma y quite aquello que nos estorba, que nos pesa. Que quite toda ansiedad, queja, mal carácter, malos hábitos, angustia, enojo, maledicencia, peleas, contiendas.
-SEMBRANDO LA SEMILLA Y REGÁNDOLA: Estudiar su palabra para que el Señor siembre aquello que nos falta, para dar fruto agradable. Orar para ser llenos del Espíritu Santo y que éste nos alimente para no dejar morir lo sembrado y nos unja para poder servirle.
-ESPANTANDO LAS BESTIAS: ¡Echemos fuera a nuestros enemigos! Echemos fuera de nuestras vidas aquellos que se levantan en nuestra contra para matar nuestros sueños, destruir nuestra tarea, hurtarnos el gozo. ¡Dios te libra del lazo del cazador!
ACCIÓN PRÁCTICA
Cansados, el desánimo puede atacarnos más fácilmente. Satanás sabe dónde, cómo y cuándo atacar con el desánimo. El desánimo se vence con el descanso, pero no descanso vacacional sino descanso entregando toda carga en manos de nuestro Buen Pastor. Descansados tenemos luz para dar fruto y cambiar radicalmente nuestra historia. La característica principal de este fruto es la paz que sobrepasa todo entendimiento. Por eso:
-PRESENTA TU SITUACIÓN DELANTE DE DIOS: en el Salmo 32:8 dice el Señor: “Yo te instruiré, yo te mostraré el camino que debes seguir; yo te daré consejos y velaré por ti”
-GUARDA TU CORAZÓN: esto es cuidar lo que decimos y escuchamos. De la abundancia de lo que habite en tu corazón, tu boca hablará. Lo que declares tiene que estar de acuerdo, en sintonía con lo que Dios te indique.
-AGRADECE MÁS, QUEJATE MENOS: El corazón alegre es buena medicina (Proverbios 17:22) y hermosea el rostro (Proverbios 15:33). La queja es el lenguaje del infierno. ¡Abrámosle las puertas al lenguaje del cielo y desechemos todo lenguaje infernal!
-SONRÍE: Un estudio realizado en Loma Linda University, en California, reveló que la risa cambia la química de la sangre y protege al organismo contra algunas enfermedades y básicamente la depresión.
Vé y busca de estos pastos delicados, recuéstate y descansa. Tu Pastor, nuestro Pastor, se goza en verte descansar. “El da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas. Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen; pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán” (Is.40:29-31).
Derriba el desánimo, descansa y sumérgete en Dios, Él es más que suficiente para tu vida, no necesitas nada más. ¡Levántate y sigue caminando! ¡Esfuérzate por ser feliz! Hay mucho por descubrir. ¡ADELANTE!
VIVI TORRES