“Sin”, el desierto que estamos estudiando esta semana, significa “lodo, arcilla, barro”. Una de las características del barro es que produce estancamiento. Si alguna vez has intentado cruzar una zona barrosa en auto, bicicleta o aún caminando, sabrás a lo que me refiero.
Estancamiento es lo opuesto a movimiento; y nuestro Dios es un Dios de movimiento, de acción; Dios dice algo y eso sucede, pasa...
Lee el capítulo 1 de Génesis donde Dios crea el universo. En todo este capítulo ¡Dios DIJO y se HIZO! (acciones). ¡Tan solo con el decir Dios creó todo! Esta característica de Dios no es solo una característica, sino un principio de Su Reino. Y, como Dios nos creó a Su imagen y semejanza, en nosotros opera el mismo principio.
En Filipenses 3:14 el apóstol Pablo nos habla de “estar en movimiento” como una carrera que debemos correr si deseamos alcanzar el premio. El estancamiento no nos deja correr esta carrera hacia el premio, hacia el cumplimiento de nuestro propósito en Cristo Jesús.
Muchas veces creemos que estamos dando lo mejor de nosotros, que estamos en acción, en movimiento, en crecimiento porque trabajamos, estudiamos, asistimos a todas las reuniones en la iglesia, pero al fin del día nos sentimos encajados en el barro, sentimos que estamos en el mismo lugar día tras días. Vemos como a nuestro lado otros se nos adelantan, avanzan, se desarrollan; como ese compañero de trabajo que ingresó a la empresa hace unos meses, hoy ya es encargado de un área. Nos encontramos cada mañana declarando nuestro deseo de crecer… pero nada pasa; incluso parece que cada día estamos más hundidos en el barro.
Cuenta la historia acerca de un hachero que entusiasmado en su primer día de trabajo y decidido a ser el mejor hachero salió al bosque a talar y en un solo día cortó 18 árboles. “Te felicito”, le dijo el capataz, “sigue así”. Animado por las palabras del capataz, el hachero se decidió a mejorar su propio desempeño al día siguiente. A la mañana se levantó antes que nadie y se fue al bosque pero a pesar de todo el empeño, no consiguió cortar más que 15 árboles. Me debo haber cansado, pensó y decidió acostarse con la puesta del sol. Al amanecer se levantó y decidió batir su marca de 18 árboles. Sin embargo ese día no llegó ni a la mitad.
Al día siguiente fueron 7, luego 5 y el último día estuvo toda la tarde tratando de voltear su segundo árbol. Inquieto por el pensamiento del capataz, el hachero se acercó a contarle lo que le estaba pasando y a jurarle que se esforzaba al límite de desfallecer.
El capataz le preguntó: “¿Cuándo afilaste tu hacha la última vez?”
“¿Afilar? No tuve tiempo de afilar, estuve muy ocupado cortando árboles dijo el hachero”.
Así como este hachero necesitaba afilar su hacha, tú necesitas afilar las habilidades que Dios te dio, los dones que puso en ti. Aprende, estudia, lee, capacítate, ora. ¿Cuándo fue la última vez que leíste un libro para formarte en un tema específico? ¿Cuándo meditaste en la palabra de Dios por última vez?
Participa de las capacitaciones que te acercan a tu meta, escucha las predicas con papel y lápiz en mano anotando lo que el señor tiene para ti; luego reléelo en tu intimidad y escucha al Señor guiarte.
En tu trabajo, hagas lo que hagas, capacítate para superarte cada día; no permitas encontrarte año tras año en el mismo lugar.
“Afila” tu personalidad, relaciónate con las personas adecuadas.
“No tuve tiempo”, dijo el hachero, “estuve ocupado cortando arboles”. ¿Tu trabajo te tiene muy ocupado? ¿Tu servicio en la iglesia te tiene ocupado? ¿Tus relaciones te tienen muy ocupado?
Si afilas tu hacha tal como lo debe hacer un hachador, no solo el trabajo te será más fácil, si no que tu productividad se verá aumentada; si eres más productivo quiere decir que puedes hacer el mismo trabajo en menos tiempo, y de esta forma pasas a disponer más tiempo para afilar tu “hacha”.
Pregúntate sinceramente ahora mismo: “¿Estoy ocupado PRODUCIENDO PARA EL REINO DE DIOS?” Recuerda que en la parábola de los talentos (Mt25:26-27) el tercer siervo es reprendido por Dios por su falta de productividad, no por su falta de honestidad.
Josué 1:8 dice: “nunca dejes de leer el libro de la ley, estúdialo y ponlo en práctica, para que tengas éxito en todo lo que hagas”.
Dios te dice que si persistes en aprender cada día y aplicas lo aprendido (produces para el Reino de Dios), nunca te encontraras estancado en el barro.
Ora ahora mismo al Señor y pídele que te muestre en qué áreas de tu vida estás estancado, que dones están desafilados, olvidados y fuera de uso. Pídele que te ayude a ser productivo y entrar en movimiento al servicio de Su Reino. Recuerda que Dios es quien produce en nosotros tanto el querer como el hacer (Fil.2:13)… nosotros debemos pedírselo y anhelarlo.
Rodrigo Ageitos