En Éxodo 17:8 al 16, leemos:
“Los amalecitas vinieron a Refidín y atacaron a los israelitas. Entonces Moisés le ordenó a Josué: «Escoge algunos de nuestros hombres y sal a combatir a los amalecitas. Mañana yo estaré en la cima de la colina con la vara de Dios en la mano.»
Josué siguió las órdenes de Moisés y les presentó batalla a los amalecitas. Por su parte, Moisés, Aarón y Jur subieron a la cima de la colina. Mientras Moisés mantenía los brazos en alto, la batalla se inclinaba en favor de los israelitas; pero cuando los bajaba, se inclinaba en favor de los amalecitas. Cuando a Moisés se le cansaron los brazos, tomaron una piedra y se la pusieron debajo para que se sentara en ella; luego Aarón y Jur le sostuvieron los brazos, uno el izquierdo y otro el derecho, y así Moisés pudo mantenerlos firmes hasta la puesta del sol. Fue así como Josué derrotó al ejército amalecita a filo de espada.
Entonces el SEÑOR le dijo a Moisés: «Pon esto por escrito en un rollo de cuero, para que se recuerde, y que lo oiga bien Josué: Yo borraré por completo, bajo el cielo, todo rastro de los amalecitas.»
Moisés edificó un altar y lo llamó «El SEÑOR es mi estandarte». Y exclamó: «¡Echa mano al estandarte del SEÑOR! ¡La guerra del SEÑOR contra Amalec será de generación en generación!»
En esta historia aparecen los Amalecitas… o sea, los descendientes de Amalec.
Amalec era Nieto de Esaú (Si quieren, pueden ver su verdadero carácter desde sus orígenes en Génesis 36:12).
Amalec nació después de que Jacob y Esaú se habían reconciliado; pero la verdad es que la familia estaba dividida.
Posiblemente, durante su infancia habría escuchado la historia de cómo Jacob robó la primogenitura de su abuelo, y eso creó un gran rechazo contra sus parientes.
Además, de todo esto, Amalec fue uno de los jefes de su familia… lo que muestra que tuvo dominio territorial (Génesis 36:15-16).
Los amalecitas (su descendencia), fueron el primer enemigo declarado de Israel cuando cruzan el mar hacia la tierra prometida (Éxodo 17:8).
La familia de Amalec hizo guerra contra Israel sin razón aparente, ya que en nada incomodaba a los amalecitas la salida de Israel.
La estrategia de los amalecitas fue:
• atacar la retaguardia,
• hacerlo cuando estaban cansados,
• y destruir a los débiles (Deuteronomio 25:17-18).
¿Te suena?
Ahora bien, la estrategia de los israelitas consistió en la intercesión (Éxodo 17:10-13); lo que muestra que la batalla contra nuestros enemigos se gana únicamente en oración delante de Dios.
Amalec representa la carne, o sea, nuestros deseos personales, nuestras pasiones desordenadas, etc., etc.
Debemos decir que Jacob y Esaú, sus ancestros, representan dos tipos de gente diferente:
• la que alcanza las promesas y
• la que rechaza las promesas.
Israel y los amalecitas representan la continuidad de esas líneas…
• Israel representa al pueblo que va en busca de la promesa, y
• Amalec representa al pueblo que quiere vivir fuera de esa búsqueda.
Esto es una clara representación del cristiano que desea buscar a Dios y el que desea seguir en la carnalidad. Y, ¿qué hace la diferencia? El enfoque de la mente… Romanos 8:5 al 8 dice: “Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios”.
El espíritu de Amalec opera en todos aquellos que no desean renunciar a los deseos de su mente (ver Santiago 4:4; 1 Juan 2:15-17). A eso llamamos “carnalidad”.
La carnalidad siempre estará en contraposición a la espiritualidad y tratará que no alcancemos la plenitud en Cristo (ver Romanos 8:12-14, Gálatas 5:16-25).
En nuestro texto de Éxodo 17, Dios le mandó a decir a Josué por medio de Moisés que tendría guerra contra Amalec de generación en generación… ¡y es así! Esta guerra continúa hasta hoy, ya que Amalec representa nuestra carnalidad que se opone a la voluntad de Dios.
Este enemigo, muchas veces silencioso, ataca a los que, por no querer someterse a Dios, quedan expuestos a volver al mundo. Esto es lo que el apóstol Pedro decía en su segunda carta, capítulo 2: “Si habiendo escapado de la contaminación del mundo por haber conocido a nuestro Señor y Salvador Jesucristo, vuelven a enredarse en ella y son vencidos, terminan en peores condiciones que al principio” (versículo 20). Este texto evidencia un ataque del mismo espíritu de Amalec.
En definitiva, si no dependemos de Dios en todo, si no le buscamos profundamente a través de la intercesión, ¡estamos en peligro! Hay un espíritu de Amalec que está rondando nuestras vidas para hacernos caer, e impedirnos disfrutar de todas las promesas de nuestro Dios.
Hoy quisiera que te quede claro que NECESITAMOS mantenernos en oración constante… una oración vigilante por nosotros mismos, y por los que amamos, para no ser devorados por este espíritu.
Antes de terminar este devocional, te invito a que ores conmigo así:
“Padre celestial… ahora soy consciente de que tengo un enemigo rondando mi vida que quiere desviar mi camino hacia Tus promesas. Yo me establezco en vigilancia sobre mi vida en este momento… me pongo en pie como si fuese un centinela, y me propongo estar alerta para que nada me desvíe de Tu voluntad. Quiero llegar a la tierra de Tus promesas, y por lo tanto, no permitiré que ningún enemigo me detenga. En el nombre de Jesucristo. Amén”.
Mónica Rojas