Encontrando el propósito (Éxodo 19:3 y 4)

Décimo Desierto - Día Dos: 
“Y Moisés subió a Dios; y Jehová lo llamó desde el monte, diciendo: Así dirás a la casa de Jacob, y anunciarás a los hijos de Israel: Ustedes vieron lo que hice a los egipcios, y cómo los tomé sobre alas de águilas, y los he traído a mí”.
a. “Y Moisés subió a Dios; y Jehová lo llamó desde el monte”. Moisés, conducido por Dios, subió al monte para encontrarse con Dios como lo había hecho antes - y Jehová habló con Moisés otra vez, como lo había hecho en los inicios de su llamado, allí en la zarza ardiente (Éxodo 3:12: “Y El dijo: Ciertamente yo estaré contigo, y la señal para ti de que soy yo el que te ha enviado será ésta: cuando hayas sacado al pueblo de Egipto adoraréis a Dios en este monte”.

El llegar al desierto del Sinaí no solo era el lugar de encuentro de Israel con su Dios, sino también para Moisés. Él pasó mucho tiempo a la espera de cumplir el propósito por el cual fue llamado. Aquel lugar representaba una esperada respuesta… era mirar a su historia y ver como Dios le fue dando gracia, y sabiduría, valor, coraje, paciencia para llevar, guiar un pueblo difícil, a un pueblo que era parte de sus raíces, por el cual tuvo que enfrentar su historia, sus miedos (como el miedo que aparece en Éxodo 3:11: “Pero Moisés dijo a Dios: ¿Quién soy yo para ir a Faraón, y sacar a los hijos de Israel de Egipto?”).

b. “Así dirás a la casa de Jacob, ustedes vieron lo que hice a los egipcios”. Dios le dio un mensaje a Israel a través de Moisés, un mensaje en cuanto a Su propósito y destino para Israel. Este destino estaba basado en lo que Dios ya había hecho por ellos en la gran liberación de Egipto. Aquí Él les vuelve a dar aliento, a recordarle que es el Dios de sus días, de sus generaciones, que nada está hecho al azar, que hay un hilo conductor en esta historia, que Él tiene presente cuales son nuestros enemigos, y que Él está como Padre para defenderlos y guiarlos.

c. “Los tomé sobre alas de águilas”. Las alas de águilas son fuertes y seguras; pero también hablan de una protección cuidadosa. Se dice que las águilas no llevan a los aguiluchos en sus garras como otras aves; los aguiluchos se sujetan a sí mismos en la parte posterior del águila madre y son protegidos mientras son llevados. Cualquier flecha de un cazador debe pasar a través de la madre antes de que pueda tocar al aguilucho que lleva en su parte posterior.

d. Esta metáfora se desarrolla más extensamente en Deuteronomio 32:11, donde el amor compasivo, protección, fuerza y cuidado de Dios es comparada con la majestad de los atributos del ave.

e. “Y los he traído a mí”. La liberación (“Los tomé sobre alas de águila”) era para compañerismo (“los he traído a mi”). Dios no liberó a Israel para que ellos pudieran vivir apartados de Dios, sino para que ellos pudieran ser el pueblo de Dios.

Reflexionemos juntos en estas palabras… ¿cuantas veces, en medio de nuestra rutina, nuestro trabajo, nuestros momentos de quehaceres domésticos, olvidamos nuestro propósito? El diario vivir, las ocupaciones, el ajetreo mismo de cada día nos desenfocan del diseño que nuestro Padre ha trazado para nosotros; y parece que todo se nos hace cuesta arriba, y más aún cuando somos llevados a este desierto. Es aquí que nos sentimos solos, como si no hubiera vida en Él, sabiendo que Dios está, pero quizás no sintiéndolo… Es ahí en donde debemos mirar a Jesús, el autor y consumador de la fe (Hebreos 12:2), y poner nuestra mente en Su palabra, recordando que Él es Dios y que Sus planes y diseños son eternos y tocan nuestras generaciones, permitiéndole Su accionar en nuestras vidas, dejándonos llevar en Sus alas.

Oremos juntos:
“Amado Padre, gracias por ser el Dios de nuestros días, el Dios de nuestras generaciones, Aquel que nos conoció en el vientre de nuestra madre, por mirarnos con amor eterno y amarnos de tal manera que nuestra vida es tocada para forjar el carácter que Tu deseas. Te pido que me des de Tu gracia para caminar en este tiempo buscando Tu santidad, buscando Tu presencia, encontrándote en ese lugar de intimidad donde cada día me transformas con Tu amor, Tu cuidado… allí me inspiras y me llenas para seguir manifestando Tu reino. Amén”.

Roxy Herrera

Por último les regalo una canción que me acompañó mucho en los desiertos.