En este segundo día de caminata por el desierto de Alús, Dios nos enseña que si no estamos conectados con él, los resultados de nuestra vida no serán los esperados. Necesitamos depender de Él. Es aquí donde el hombre comienza a tener SED, segunda percepción equivocada: la búsqueda de agua fuera de la fuente verdadera.
El hombre es tripartito; somos esencialmente espíritu, habitamos un alma y tenemos un cuerpo.
El alma se constituye a través de nuestros sentidos, emociones, voluntad e intelecto. Y tiene una función especial, que es conocer y comprender lo que el Espíritu de Dios le habla a nuestro espíritu. Por lo tanto, si el hombre no está conectado con Dios, (fuente de toda sabiduría y conocimiento), su espíritu se adormece y el alma sola, decide, hace y deshace.
El alma sedienta comienza a buscar ser satisfecha y es allí en ese estado que bebe lo que el sistema que rige al mundo le ofrece: diversión, trabajo, conocimiento, placeres. A medida que el hombre va logrando satisfacer su sed, aparece otra nueva y sigue buscando en diferentes lugares, personas o actividades hasta que en algún momento conoce a Dios. Pero su conocimiento limitado no le permite conectarse del todo. Sigue gobernando el alma y cae en el activismo, que tampoco sacian su sed; cae en la religiosidad, en las formas, en los moldes, y allí tampoco su sed es saciada.
En tanto el hombre siga bebiendo de esos pozos que llenan su alma, siempre va a tener sed, porque lo único que satisface al hombre es cuando el Espíritu de Dios viene a habitar el espíritu del hombre. Esto hará que ya no busque fuera, lo que ahora está dentro de él: la presencia de Dios.
Cuando el hombre recibe el Espíritu de Dios, empieza a ser transformado. Lo que antes era palabra o verbo ahora, se hace experiencia en su vida. Entonces ahora sí, el espíritu del hombre conectado con Dios, puede usar al alma para que sea portadora de verdadero conocimiento y empiece (a través de las funciones que cumple) a dar a conocer al hombre, la manera de actuar, según Dios.
Empieza a despertar y a desarrollarse lo que este desierto intenta enseñar, se despierta “la mente de Cristo” en el hombre. Es en este momento donde el hombre muere a lo adquirido y recibe lo nuevo de Dios. Surge la nueva criatura, que empieza a manifestar el reino de Dios en la tierra.
¿No has logrado saciar tu sed? Entonces, seguramente que estás bebiendo del pozo equivocado. Dios te dice: “¡Bebe de mi agua! El que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás y de su interior correrán ríos de agua de vida” (Juan 7:37-38). Lo viejo queda atrás, Dios hace nuevas todas las cosas.
Acción práctica:
Reconoce tu necesidad delante de Dios.
Vé al Padre y arrepiéntete de no haberlo buscado a Él en primer lugar, aun habiéndolo conocido.
Renuncia a tu modo de vida, a tus estructuras mentales, producto de lo que el mundo te enseñó.
Vuelve a empezar. Conéctate con el pozo de vida, que es Cristo.
Obedece su palabra. Y sobre todas las cosas Dios te dice: “¡VIVE! Y cumple el propósito para el cual fuiste diseñad@. No te distraigas. Es una orden del cielo!!!”
VIVI TORRES